LA MORADA
Millán Esquivel Andrea
6/Octubre/2018
La morada: espacio de la hospitalidad y de la subjetividad
(Liliana de Ita Rubio)
Podemos señalar que la dificultad que encuentran los seres humanos para construir su propia personalidad para lograr su realización es un problema que atañe a todos y a todas las disciplinas.
Es decir, en las sociedades occidentales contemporáneas el proceso de conformación de la personalidad se debate entre el egoísmo, la masificación, la falta de reconocimiento y respeto entre los individuos. Se manifiesta a través de la marginación social y las diversas expresiones de violencia.
Ante esta situación de negatividad que experimenta el sujeto contemporáneo, se muestra como urgente la tarea de revalidar la importancia del proceso de constitución de la personalidad que, a su vez, es importante para posibilitar el establecimiento de relaciones sociales armónicas y respetuosas.
La habitación en la morada tiene una participación destacable, pues resulta de gran importancia para los especialistas el diseño, la construcción y la urbanización de áreas habitacionales, a fin de que sus acciones apunten al logro de una mejor calidad de vida, creando espacios que propicien las condiciones que posibiliten una adecuada estructuración de la personalidad y apoyen el desarrollo del ser humano.
Rapoport postula que la vivienda es expresión física de un género de vida; de aspectos culturales, espirituales, materiales y sociales de un grupo determinado. Habitar es construir un sistema de significación.
Otro personaje, Emmanuel Lévinas, asigna a la morada una especial relevancia para la existencia de los seres humanos. Para este filósofo, el proceso de convertirse en persona sólo es posible si se logra una verdadera relación con los demás, propone el reconocimiento del "otro" que nos obliga a salir de nosotros mismos, sólo así nos arrancara del anonimato y de la soledad del egoísmo. También propone que la casa posee una esencia ontológica para los humanos, pues la morada es una de las condiciones que hacen posible la constitución de la subjetividad en el ámbito de las relaciones sociales. La morada cumple la función esencial para la posibilidad de realización humana o de trascendencia (según Lévinas, la trascendencia consiste en la realización de los seres humanos al constituirse como sujetos).
De esta manera, lo que propone este filósofo, es que los seres humanos nos convirtamos en personas mediante el gozo que produce la habitación en nuestra casa, dado que la interioridad es característica inherente del gozo y este es condición para la constitución del sujeto.
Kant, asigna también la gran importancia ontológica de la casa:
"Estar en casa es lo mismo que reconocer la lentitud de la vida y el placer de la meditación inmóvil."
Ernst Cassirer, considera que el espacio es condición para la constitución de la existencia humana. Distingue entre el espacio orgánico, que es el de la acción, espacio sustancial de la satisfacción de las necesidades inmediatas, el espacio perceptivo que está presente sólo en los animales superiores, compuesto por una complejidad de elementos pertenecientes a las diferentes experiencias sensibles y el espacio simbólico constituido con representaciones abstractas y exclusivo de los seres humanos. Al representar simbólicamente su espacio, el individuo lo ubica como parte de un sistema general y señala sus relaciones con otros objetos.
Retomando las ideas de Lévinas, éste nos plantea que el ser humano que en su casa goza del mundo-elemento, inicia un descenso hacía si mismo y para el sujeto que no se encierre egoístamente en sí mismo, el proceso de convertirse en persona requiere que el yo se mantenga en cierta relación con el exterior, que no se impida la interiorización y que motive una relación con la exterioridad. Sólo así, la inquietud y la inseguridad perturban la felicidad absoluta del gozo e impide al "yo" aislarse totalmente del mundo, en forma egoísta. También resalta la importancia de las ventanas para la relación con el exterior.
Propone que la casa permite a los seres humanos interactuar con el mundo sin la necesidad continua de arribar o aterrizar de manera forzosa en él.
Apunta que la intimidad que la casa propicia, supone una familiaridad; para él, el recogimiento y la intimidad se refieren a un recibimiento. Considera que la familiaridad no se refiera a hábitos de vida que la hacen más confortable, sino a una dulzura que proviene de una amistad con el "yo".
Victor Manuel Ortiz, apunta que el mundo personal de cada ser humano tiene su propio centro: el hogar, que es el lugar por excelencia y le proporciona sus puntos de referencia.
La función original de la casa va más allá de orientar al ser a través e la arquitectura de la edificación. Es también, romper con lo pleno del elemento y que la casa abra una utopía en la que el "yo" se recoja al habitar.
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